Infancia mimada: los peligros de la sobreprotección y la importancia de la resiliencia

Artículo elaborado por Daniel Jesús López Vega – Psicólogo general sanitario

 

Es dificil explicar qué motiva que mi primera entrada en este blog trate sobre este tema. Te invito a buscarle tu propio sentido. Tanto si te encuentras entre el nutrido grupo de personas a las que amo, como a las que me invitasteis en algún momento a acompañaros por mi actividad profesional, gracias por lo que me enseñaste. Quizás te sientas retratado en alguno de los párrafos y quizás tenía esa intención cuando lo escribí. Deformación profesional. Te invito a seguir aprendiendo juntos y juntas. Escríbenos tu opinión en los comentarios a esta entrada del blog y así el discurso será más rico y didáctico. No deseo tener razón, solo seguir aprendiendo.

Juventud, ¿divino tesoro?

Si bien la percepción de la adolescencia y juventud son muy sensibles al devenir histórico de la sociedad, parece que existe consenso en el mundo adulto para demonizar ambas etapas. Con mucho acierto, Manuel Calvillo, un psicólogo clínico que participó como ponente en unas jornadas en Córdoba, recordaba unas declaraciones de Sócrates que definían claramente esta percepción negativa. Su relevancia se relaciona con la importancia de la educación durante estas etapas de la vida. Este filósofo, griego de cuna y universal en su fama, resumía la situación con estas palabras:

 

“Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. No se ponen en pie cuando entra una persona anciana. Responden a sus padres y son simplemente malos”.

 

 

 

En consecuencia, parece absurdo pensar que la juventud de hoy sea diferente a la de aquel siglo y que realmente pueda ser retratada de esta forma tan peculiar y negativa. El pobre Sócrates también se equivocaba. La rebeldía que necesitamos para forjar nuestra propia personalidad provoca en el mundo adulto no pocos miedos. Nos quieren sumisos. Pero la situación de desesperanza que sienten muchas personas en estas etapas de la vida pueden no ser tanto atribuible a su incapacidad para afrontar adecuadamente los retos de la vida adulta, sino a unas pautas educativas paterno-filiales inadecuadas. Muchas de estas realmente tienen la finalidad de cubrir las expectativas de madres y padres y combatir sus propios miedos más que a educar con madurez a los más jóvenes.

Sobrepotección

En España, la evolución social que supuso la llegada de la democracia frente a la dictadura de Franco tuvo una gran influencia en el paradigma educativo predominante. Este pasó de ser totalmente autoritario a un modelo permisivo, carente en muchos casos de normas y enfocado a cubrir las necesidades de los jóvenes incluso antes de que aparezcan. Seguramente recordarás la desafortunada frase «La letra con sangre entra»  o esta otra «Quien bien te quiere, te hará llorar», más propias de Hannibal Lecter que de alguien que sabe el verdadero significado del verbo amar. Pasamos entonces a criar en muchos casos en esta nueva etapa a pequeños dictadores. Estos se adueñaron del poder dentro de los hogares sin que supiéramos ayudarles a reestablecer ni su equilibrio ni el de sus desorientadas familias, equiparando erróneamente el concepto de democracia al de permisividad. En los casos más límites aparecieron como fenómeno los primeros maltratos de hijos e hijas a sus padres. Si queréis ver una muestra, os remito al programa «Hermano mayor» de Pedro García Aguado. No tienen desperdicio. A pesar de que su finalidad última no es necesariamente educativa, no deja de ser ilustrativo. Te reto a ver un capítulo entero sin tirarle una «zapatilla voladora» al televisor.

Para entender este aspecto llevo un tiempo usando en mis intervenciones públicas un ejemplo que me resultó de gran ayuda porque, teniendo dos hijas adolescentes, no deseo ahorrarles ningún sufrimiento en aquellos retos a los que la vida les enfrente. Me mantendré «lo suficientemente cerca para que se sientan seguras, pero lo suficientemente lejos para que aprendan y sean independientes». Si no cito al autor de esta frase no es tanto por una intención de plagio, sino porque lo olvidé y también porque el paso del tiempo ha ido haciendo que mi memoria la haya transformado para adaptarla a mi propio discurso. Si eres tú el dueño de la frase sabrás disculparme. Si no, nos vemos en los juzgados.

El ejemplo es el siguiente. Mira el siguiente artículo periodístico:

¿Deberían tomarse medidas para que los niños que juegan al fútbol no sufran goleadas humillantes? ¿Qué medidas?

Ahora antes de ver el video del final de esta entrada donde puedes resolver el presente enigma, responda a la siguiente pregunta. ¿Debemos los padres y las madres evitar que estas situaciones pasen y puedan provocar en nuestros hijos e hijas un sufrimiento innecesario? El video está en catalán, con subtítulos en castellano y dura 9 minutos y 28 segundos pero merece la pena disfrutarlo. Te aconsejo que sigas leyendo y lo disfrutes al final de la lectura (alli se encuentra esperándote).

No te será difícil conocer el sentido de mi propia respuesta a esta pregunta por mis comentarios anteriores: «NO».  Concluyo en este sentido que la sobreprotección es un tipo de maltrato que resta al sobreprotegido la capacidad de aprender a afrontar sus circunstancias vitales. No es producto del amor, sino de un desmedido intento de los adultos de protegerse de sus propios miedos y de cumplir sus expectativas fallidas a través de su paternidad/maternidad guiados por sus propias frustraciones.

Ser el menor de cinco hermanos, un niño mimado dentro de una familia numerosa que me regaló una infancia maravillosa, me convierte en voz autorizada para hablar en primera persona: La sobreprotección provoca indefensión, inmadurez y falta de responsabilización del afrontamiento de las propias emociones. Yo fui un niño «goleado», elegido el último en todos los partidos, si es que llegaba a jugar porque conozco bien los banquillos, y a pesar de todo ninguno de los traumas que podría contarte se centran en esa experiencia. Por el contrario, me ayudó a entender que la vida no es fácil y me dotó de la suficiente tolerancia a la frustración para forjarme como adulto. Como habrás adivinado nunca llegué a ser jugador profesional de ningún deporte, e incluso tengo serias dudas de que ni si quiera sea un buen psicólogo. Nadie es perfecto.

 

¿Son los niños y niñas los que hacen del deporte un campo de batalla o son las expectativas de sus familias las que convierten el deporte en su particular calvario? Cuando hago estas preguntas en público la respuesta muchas veces son moduladas dependiendo si quien responde tiene o no hijos e hijas, pero siempre acaban retratándose los estilos educativos de cada debatiente. Te invito a aprender a tavés del debate. ¿Qué daño psicológico puede provocar que un balón golpee una red más veces de las que te gustaría?

 

Y ahora pasamos al tema más peliagudo de esta entrada del blog. ¿Quién debe responsabilizarse de las emociones propias? ¿Son las situaciones a las que te enfrenta la vida la causa de estas? ¿Lo son los otros, en este caso el equipo que marca la goleada? ¿Eres tú mismo o tú misma, un conjunto de tus aprendizajes anteriores y tus circunstancias personales y familiares? Probablemente no lleguemos a un acuerdo, pero querido amigo o amiga (sí, es a ti), por el amor que nos tenemos, te recomiendo que seas tú quien se haga cargo de ellas, porque en la vida real nadie vendrá a hacerlo y eres la única persona que puede domarlas. Si te gustan los caballos sabrás hacerlo. Nadie vendrá por ti en un caballo blanco porque la vida no se parece a Verano Azul (menos mal) y si lo hace probablmente intente vendértelo. Además, lo sabes afrontar y puedes. Yo podré estar aquí para sostenerte, si me invitas a esta parte del trayecto de tu vida, pero jamás me responsabilizaré de ellas. Te prometo ambas cosas. 

 

http://img.youtube.com/vi/3iK-f8KRDC0/hqdefault.jpg«Hagamos un tratoCompañera, usted sabe que puede contar conmigoNo hasta dos o hasta diez, sino contar conmigo
Si alguna vez advierte que la miro a los ojosY una veta de amor reconoce en los míosNo alerte sus fusiles, ni piense: ¡qué delirio!A pesar de la veta, o tal vez porque existeUsted puede contar conmigo»

Tolerancia a la frustración y demora de la recompensa.

Llegados a este punto quizás sea positivo hablar de aquellas cosas que verdaderamente se relacionan con el éxito. Sin duda, estarás de acuerdo que una buena dosis de tolerancia a la frustración te preparará para conseguir tus objetivos. Así, podemos definir este concepto como la capacidad que cada persona tiene para soportar los sentimientos de valencia negativa que nos provocan situaciones reales o imaginarias cuando no se cumplen las expectativas que tenemos sobre algo o alguien. Esperiencias sanadoras y de aprendizaje. El mundo nunca será todo lo que esperas. Y ahora pasamos a otro concepto relacionado.

 

El Test de la Golosina de Mischel, W. ::: info-libros.com.arMischel describía en su experimento «El Test de la Golosina» cómo el éxito en la vida adulta tenía una relación directa con la capacidad de demorar la recompensa. Saber esperar aumenta nuestra capacidad de lograr objetivos de mayor calado. Nunca te conformes con pan duro si la vida pone a tu alcance caviar (por decir algo lujoso, no porque yo lo haya probado). Quizás ahora desees algo con muchas ganas. Yo también, pero te ayudaré a esperarte para conseguirlo. No me des las gracias, ni me odies por ello. Es mi mayor regalo. Yo también sabré esperar, aunque entre mis virtudes no está la de la paciencia. Lo haré también con mis hijas y con los hijos e hijas de de las demás, somos una tribu. Este mundo, hostil para muchas cosas está creado para hacer las cosas fáciles y rápidas. Eso nos resta capacidad de aprendizaje. No contribuyas tú a ello. Deja que se equivoquen y afronten las consecuencias de sus actos. Discrimina los riesgos reales y salva solo de aquellas situaciones que por su edad o madurez no estén capacitados de resolver solos y solas. Deja que se caigan. Y deja que se levanten. No te quejes de tu soledad, porque tienes el mayor tesoro: a ti mismo y a ti misma.

 

 

 

Resiliencia, el tesoro que te regalan tus traumas

De niño mimado, a persona que has sufrido. Lo siento, de verdad. Nadie te dijo que la vida fuera justa y si te lo dijeron te engañaron. Tu dolor es mío mientras que estemos unidos por el amor o por una relación terapéutica. Puedes esperar que esté ahí, lo intentaré con todas mis fuerzas siempre, a pesar de mis errores,  pero las piedras que llevas en tu saco son tuyas. No cargaré con ellas. Te pertenecen tanto si eres responsable como si no de lo que te haya ocurrido.

Ojalá no hubieras vivido eso que te hizo tanto daño. En cada vida este dolor toma formas diferentes y algunas realidades pueden ser muy duras. Quizás la tuya también lo haya sido. Pero te digo que la vida no tiene memoria y volverá a por ti. Mantente en alerta. Nadie te debe nada y al universo le importamos poco por mucho que deseemos lo contrario.

 

Carl Sagan“El Universo no parece ni benigno ni hostil, simplemente indiferente a las preocupaciones de seres tan insignificantes como nosotros.”
― Carl Sagan, Cosmos

 

 

 

Tu sufrimiento no te hace especial, ni diferente. No te otorga más derechos que al resto. O sí. Sí te hace especial y eso es lo que deseo contarte para concluir este texto. Tus traumas te darán la resiliencia suficiente para afrontar otras situaciones en tu vida. Quizás como yo tienes dificultad para entender este «palabro» que se ha hecho tan famoso en los últimos tiempos. Paso a intentar resumirte su profundo significado. Con el término «resiliencia», nos referimos a la capacidad de adaptarse a situaciones complicadas o traumáticas. Si aprendes, cuando la vida te maltrate, las emociones no te impedirán seguir funcionando y respondiendo a los retos pese a su intensidad. Si lo consigues, podrás ayudar además a otras personas a pasar por los peores tránsitos. Yo ya lo intento, probablemente con menos éxito del que me gustaría. Eres especial y por eso puedes contar conmigo. Y eso será siempre, ¿o no?. No te fíes, la vida también me puede retirar de tu lado.

 

Aprender a vivir en esa incertidumbre es nuestra siguiente tarea, la abordaremos con ilusión. Espero que entonces sigamos juntos, como hasta ahora. Palabra de caballero.

 

L’e petit equipe

Organización y gestión del tiempo.

El pasado mes de octubre iniciamos en la Delegación de Cádiz del Colegio de Psicología de Andalucía Occidental un ciclo de talleres sobre autocuidado dirigidos a la ciudadanía en general. Estos talleres tienen previsto realizarse durante el curso 23/24 y tengo la suerte de poderlos impartir.  El primero de ellos fue sobre la organización y gestión del tiempo.

Elegí este tema porque he observado que muchas personas logran terminar todo lo que se proponen, y otras, sin embargo, se dispersan por el camino quejándose de la falta de tiempo y usando la frase, cada vez más popular, «no me da la vida«. No obstante, todos tenemos el mismo tiempo, por lo que una de las claves del equilibrio mental y emocional está por saber gestionar ese tiempo del que disponemos.  Los que se lamentan de no llegar a nada, no siempre se debe a tener un exceso de actividades; sino que es la forma de planificarse. Iremos viendo cómo el andar con prisas y hacer muchas cosas a la vez no sólo impide organizarse y ser eficaz, sino que da lugar a que desarrollemos alguna respuesta de ansiedad. Por todo esto, es fundamental que aprendamos que la estabilidad emocional y la sensación de bienestar también requieren de tiempo y orden.

Comencé el taller hablando del autocuidado que es el conjunto de acciones que tomamos para proporcionarnos bienestar. Y de los tipos que existen, el mental, social, emocional, físico, espiritual, económico y ambiental.

Para introducirme en el tema que nos ocupa, quiero señalar ciertos factores o características de la persona que le impiden poder gestionar su tiempo de forma satisfactoria.

 

FACTORES QUE NOS IMPIDEN GESTIONAR EL TIEMPO

  • No sabe organizarse bien.
  • Tiene un exceso de tareas y actividades poco importantes.
  • No sabe priorizar
  • Le falta atención
  • Y el cerebro multitarea.

 

EJERCICIO

El primer paso para empezar es darnos cuenta de qué tiempo disponemos y para verlo con claridad expuse un ejercicio que consiste en lo siguient

e: Coge un lápiz y un papel y haz una lista de todo lo que haces cada día con una estimación realista, es decir, hay que contar el tiempo que gastamos en trasladarnos de un lado a otro, el tiempo que invertimos viendo el móvil, etc…

Después de hacer la lista, pregúntate: ¿Me falta tiempo?, ¿pierdo el tiempo en actividades sin importancia?. Tomar conciencia de cómo lo gastamos es indispensable para aprender a gestionarlo. Ya sabemos que no podemos cambiar aquello que no conozco. Cuánto más sepas en qué usas tu tiempo, más fácil te será organizarte.

 

AGENDA

Un material importantísimo que vas a necesitar es una agenda, preferiblemente de papel. Algunas personas piensan que si anotamos las tareas perdemos improvisación y naturalidad, pero es todo lo contrario, porque nuestra mente estará más ligera y relajada y habrá más cabida para la flexibilidad y la creatividad.

La forma de organizarla es la siguiente: primero anotamos lo que tiene fecha y después el resto. Cada día, por la mañana o noche, depende del ritmo de cada uno, le dedicamos un rato para planificar lo que tenemos para ese día o el día después. Además, hay que hacer otra revisión los fines de semana para gestionar la semana siguiente. Este hábito suele ser difícil de mantener al principio, aunque si somos constantes, formará pronto parte de nuestro repertorio conductual aportándonos enormes beneficios.

Otros datos relevantes son utilizar diferentes colores, ya que ayuda al cerebro a diferenciar las distintas tareas. Por ejemplo, escribir en azul los compromisos personales, en verde los temas de trabajo y en rojo las cosas urgentes… Y subrayar o tachar lo que ya se ha realizado. E incluso, hacer dibujos que nos ayuden a recordar. En definitiva, usar la agenda, que se note que ha estado mucho en nuestras manos. Si al terminar el curso o el año está muy utilizada y desgastada es que lo hemos hecho bien. ¿Cuántas veces te compras una agenda y se queda guardada en un cajón igual de nueva que cuando la compraste? Eso ya no volverá a pasar. ¡A utilizarla!

 

¿QUIÉN ES EL VERDADERO LADRÓN DE NUESTRO TIEMPO?

La respuesta es la falta de atención. Hoy día, debido al uso de los móviles, aparatos eléctricos y las redes sociales hay mucha más distracción que hace 20 o 30 años. El uso de estos dispositivos dará lugar a otro artículo por su actual importancia. Ahora, quiero centrarme en cómo esa falta de atención nos roba el tiempo. La atención es centrarme en lo que me suma y desatender el resto, pero si estoy constantemente haciendo varias cosas a la vez, estoy enseñando a mi mente a desconcentrarse. Y es cuando toca hablar de la multitarea, ese concepto que llegó a las empresas como sinónimo de productividad, sin darnos cuenta que a la larga no es efectiva. Lo natural es que atendamos una cosa a la vez, sin embargo, tenemos lo que llamamos «la mente mono» que va de un pensamiento a otro y de una actividad a otra sin parar. Con la multitarea perdemos la serenidad, se deterioran nuestras funciones cognitivas y aumentamos nuestro estrés. Por lo tanto, muerte a la multitarea.

Para mejorar nuestra atención es útil trabajar la atención plena, es decir, tomar conciencia de nuestro presente, de lo que estamos haciendo ahora; poner límites, a nosotros y a los demás para facilitarnos la vida; y en definitiva, reeducar nuestra mente para centrarnos en lo que verdaderamente nos hace bien.

 

Seguro que algunos os preguntaréis, y si tengo varias tareas, ¿con cuál me pongo primero? Pues aplicando la matriz de Eisenhower, que se centra primero en las cosas urgentes e importantes, después en las urgentes, pero no importantes que se pueden también delegar; seguidamente las importantes, pero no urgentes y finalmente las que no son ni urgentes ni importantes por lo que se pueden incluso eliminar de nuestra agenda.

 

ENEMIGOS DE LA ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO

Llegados a este punto, veo conveniente hablar sobre los verdaderos enemigos de la gestión y organización de nuestro tiempo. Son tres; la procrastinación, la rumiación y el autodiálogo negativo. Iremos viendo cada uno.

  • La procrastinación es el hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse. Y podemos trabajarla con estas pautas:
    1. Haz las tareas más manejables. Márcate pequeños hitos que respondan a preguntas tipo: ¿qué es lo primero que tengo que hacer para abordar este tema?, ¿y después?. Poco a poco y de forma cómoda, te irás acercando al objetivo final.
    2. Rompe la barrera del primer minuto. Lo realmente complicado es vencer el momento anterior a ponerte. Si logras vencerlo, tendrás la mitad del trabajo hecho. Y a partir de los siguientes 5 minutos será tu cerebro quién te ayude.
    3. Evita argumentos autopermisivos. Si decimos «no pasa nada porque me retrase, tengo tiempo»; «miro Facebook, pero solo cinco minutos», «ya empezaré mañana que es lunes», estaremos dando de comer a la procrastinación. Deja de lado cualquier tipo de excusa y, simplemente, hazlo ya.
    4. Recompénsate. Asociar una tarea que nos resulta aburrida o tediosa por una agradable como una recompensa, eleva la motivación. Ponte premios y observarás como funciona a modo de motivación.
  • La rumiación son pensamientos intrusivos que se repiten sobre los que no tenemos control.
    1. Practica la defusión. Los pensamientos son propuestas de nuestra mente, aprende a tomar distancia de ellos.
    2. Bloquea las respuestas. Escribe lo que piensas utilizando un diario o autoregistros. Cuando escribimos nuestra mente aprende a relantizarse y tienen menos cabida los pensamientos rumiativos.
    3. Tiempo para la preocupación. Dedica un tiempo al día para las preocupaciones. Es decir, si por ejemplo, decides que será a las 18:00 horas pues el resto del día cuando llegue una preocupación a tu mente, dí -Ahora no puedo atenderte, lo haré a las 18:00- Y cuando llegue la hora prevista dedica un buen rato a todo lo que te inquieta. Ya verás como vas ganando autogestión y cada vez te será más fácil hacerlo.
    4. Comparte tus pensamientos. Preferiblemente en voz alta y en alguien en quien confíes. Si no dispones de nadie, puedes acudir a un profesional de la psicología y hacer reestructuración cognitiva para reinterpretar la realidad de una forma más adaptativa.
  • El autodiálogo negativo. Charla silenciosa que tenemos con nosotros mismos en la que nos decimos cosas malas y aspectos de nuestra vida o del mundo negativos.
    1. No distorsiones la realidad. Las distorsiones son interpretaciones erróneas que hacemos de nuestra realidad como adivinar lo que piensan los demás sin tener evidencias de ello.
    2. Pensamientos racionales. Va unido al punto anterior. Una vez que hemos detectado las distorsiones intentamos ver el mundo de forma más sana,  sin dramatismos y exageraciones.
    3. Narrativa realista de tu vida. Cuenta tu vida de forma realista, sabiendo que los problemas forman parte de la condición humana.
    4. Trátate con amor incondicional. Elimina los ¿y si…? y acéptate tal como eres, con todo lo bueno y malo que hay en ti.

Para concluir, y tal como hemos visto a lo largo de estas líneas, organizar y gestionar nuestro tiempo es determinante para poder utilizarlo en todo aquello que nos hace bien y en lo que consideramos importante. Poned en práctica todo lo tratado y ya veréis como poco a poco vuestra vida se ensanchará y empezará a tener más calidad y sentido. Y si os animáis, compartid vuestras experiencias e impresiones en los comentarios. Os leemos.

 

 

 

 

 

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